No son pocas las empresas familiares, sobre todo de primera generación, que caen en la trampa de confundir los flujos económicos de la empresa con los flujos económicos personales o de la familia. Otras retribuyen a los familiares en base a sus necesidades y no en base a sus responsabilidades y aportes. Para otras, los temas económicos son un tema tabú.
El proceso de esta consultoría comienza con un relevamiento de donde se encuentra la empresa en lo relativo al pago de retribuciones, honorarios, dividendos, retiros y préstamos de los miembros de la familia.
Aunque las políticas de retribución difieren en función de cuestiones como el sector, los resultados, el tamaño, etc, la mayoría de las empresas buscan recompensar en función del valor que aporta cada empleado. Algunas utilizan criterios cualitativos adicionales, como por ejemplo, liderazgo, trabajo en equipo, planificación, análisis, etc. Otras, en cambio, prefieren pagar igual a los miembros de la familia para evitar problemas.
Compensar justamente a los empleados en función de lo que aportan a la empresa es un
proceso complejo que requiere de una política de retribución. Pero .... ¿Cómo debe ser esta política en las empresas familiares? ¿Cuánto y cómo retribuir a los miembros de la familia empresaria sin dejar que los vínculos afectivos influyan en el proceso?
Este proceso ayuda a definir y establecer ciertos criterios generales de retribución, tanto para quienes trabajan y dirigen el día a día de la empresa (política de retribuciones), como para los socios (política de dividendos); así como evitar o corregir algunas malas prácticas que se suelen encontrar.
Otro aspecto no menos importante que se aborda en este proceso, es el de la valuación de la empresa. Definir y establecer una fórmula objetiva de valuación que mejor se adecue a las características de la empresa, facilita no solo la futura asignación de participaciones a los miembros de la familia, sino también a las posibles transacciones que se pueden dar entre ellos en el futuro.